Bueno, la verdad es que el tiempo pasa muy
rápido, se va volando. A lo tonto, a lo tonto, casi ha pasado un año desde que
entré como seminarista menor interno en el seminario. Desde entonces han
ocurrido muchas cosas que en este escrito quisiera explicar:
INICIO:
Mi
comienzo en el seminario se puede decir que fue muy bueno porque todos me
acogieron allí genialmente. Pero eso no significa que fuera muy fácil, porque
no lo es. Es difícil asimilar y afrontar que ya no estás junto a tu familia, es
decir, a tu madre, tu padre y en mi caso, hermano. Yo por lo menos, sentí
bastante tristeza en este aspecto, ya que también pues la ayuda que te da la
familia en el día a día es algo de lo que echas mucho en falta. Poco a poco fui
acogiendo al seminario como mi propia familia, hasta que, se puede decir que completé
la fase de adaptación. Ahora mismo estoy totalmente adaptado a la hermandad que
se vive aquí, por lo que ya puedo decir, aunque ya lo era, que soy un verdadero
seminarista.
INSTITUTO:
El instituto es otro de los lugares a los que cuesta encajar al principio, ya
que además de no conocer a los demás, no soy de la misma localidad que ellos.
Algo de lo que siempre me acordaba al empezar en este instituto era de mi
antigua clase y mi antigua maestra a la que tanto quería. También de todos mis
amigos a los que desearía que estuviesen allí conmigo y recordaba con tanta
añoranza. Yo no soy uno de esos muchachos que nada más conocer a alguien se
hace amigo suyo, yo soy uno de los que antes necesito saber cómo son y cómo se
comportan. Eso no facilitaba mucho hacer nuevos amigos, aún así, al cabo de un
tiempo conseguí tener a muchas personas en ese instituto que me consideraban
como un amigo. Ahora que ya conozco a muchos, que sé sus caracteres, que sé
como son, lo que les gusta y lo que no, entonces es cuando me puedo sentir como
uno más de ellos.
ESPIRITUALIDAD:
En el seminario no solo he aprendido a tener que trabajar yo mismo para
conseguir lo que quiero, si no también a tener fe. A tener fe en mí mismo, a
tener fe en los demás, a tener fe en todo, pero más todavía en Dios. No solo me
han enseñado valores que me servirán para toda la vida, también a saber rezar
cada vez con más fe, a enseñar y hablar a los demás de Jesús, a consolar al
compañero que por diversas razones está triste, a felicitar al honrado y ayudar
a rectificar los fallos del que se equivoca. Pero también a arreglar mis
propios fallos porque nada ni nadie somos perfectos como Dios. También se puede
decir que en el tiempo que llevo en el seminario he mejorado mucho mi oración y
tengo una relación más íntima con Dios. Cuando llevas aquí un tiempo, te das
cuenta de que tú no eres más importante que nadie, porque como dijo Jesús: “Yo
doy la vida por mis amigos”.
ESTUDIOS:
Bueno, tengo que admitir que venirse
aquí afectaron a mis notas, pero no negativamente como se suele decir, si no
positivamente hasta llegar a subir un 10%, y si ya de antes podía decir que mis
notas eran excelentes, ahora son lo siguiente hasta llegar al máximo. Sé que a
una persona irse a un lugar nuevo sin tu familia y con personas que desconoces
un poco puede hacer que baje su nivel de
estudio, pero yo, por una razón que desconozco ha surgido el efecto contrario.
Yo estoy muy orgulloso de haber conseguido lo que he conseguido solo y en un
lugar en el que al principio no estaba completamente adaptado.
VOCACIÓN: Yo en
el seminario he tenido muchas misas, oraciones, retiros, vigilias y
exposiciones al Santísimo en las que se va formando una vocación, la vocación
de la vida religiosa o el ministerio sacerdotal. Eso no quiere decir que al
entrar en el seminario a la fuerza tengas que ser sacerdote o religioso, si no
que recibes una formación para ser a lo que Dios te llame. En eso también tengo
que decir que estoy muy contento con la formación que dan. Para mí es un lugar
para plantearme la llamada de Dios. Pues acabo de definir brevemente mi curso
2016-2017 que para mí es y será uno de los cursos más especiales en mi vida.
Querría dar las gracias a todo el seminario y a mis compañeros del instituto
que tanto me han ayudado a poder adaptarme en esta nueva vida. Y sobre todo a
Jesús que me ha estado cuidando en mi día a día para ser cada vez más feliz.
Jorge Cabezas Grillo 1º ESO