Había
una vez cinco niños jugando en el valle, se llamaban Juan, Mario, Carlos,
Manuel y Marcos. Entonces Mario se fijó en el castillo, se llamaba el castillo
Broth, Mario dijo:
-Vamos
a entrar. Ya delante de la puerta del castillo, que estaba
rota y era de color verde.
Lentamente
Mario, que era muy atrevido, abrió la puerta y vio todo desordenado y caído.
-Esto
debe estar vacío desde hace años dijo Juan.
-
¡Tú crees ¡dijo Marcos.
-Vamos
a dejarnos de tonterías y vamos a entrar, dijo Mario.
Entraron
en una amplia sala y bastante sucia. Encontraron en la mesa un mapa del
castillo, señalaba un tesoro en una cámara secreta.
-Creo
que tenemos que ir por ese pasillo dijo Mario mirando el mapa.
-¿Por
qué? Dijo Manuel.
-Porque
lo sé, dijo Mario que es muy listo pero lento.
Pasaron
por un pasillo, el primero de ellos era Marcos, que era muy alto y rápido.
De
repente, cuando Marcos iba a abrir la puerta apareció un fantasma, que tenía
intención de comérselos. Mario se echó unos cuantos pasos para atrás despavorido.
Entonces Mario, ni un poquito asustado cogió las manos de sus amigos y
traspasaron el fantasma. Juan que era bajo y fuerte, cerró la puerta de un
portazo. Estaban caminando en un pasillo lleno de esqueletos que eran grandes y
asquerosos y de repente, se cayeron por un pasadizo secreto que había en el
suelo. Llegaron a la cámara donde estaba el tesoro.
-¿Qué
hacemos mirando? vamos a coger el tesoro e irnos a casa dijo Juan.
Cogieron
el tesoro y subieron por unas escaleras andando y andando hasta llegar a la
puerta principal y allí se repartieron el tesoro y cada uno de ellos se fueron
a casa muy contentos y colorín colorado esta historia terrorífica se ha
terminado.
Jorge Cabezas Grillo