DE CAMINO A LA MANCHA
De
camino a la Mancha,
yo
pasé por un pueblo,
de
nombre Azuaga.
Algo
muy bonito se hallaba en una plaza,
una
ermita con su Cristo
muy
amado en Azuaga.
Al
verlo, mis ojos deslumbraron,
con
una ceguera eterna yo había quedado.
No
hubo preocupación
y
yo al Cristo lo veía en mi imaginación.
Eso
quedó como un pacto de amor,
Y
al Cristo del Humilladero
yo
le entregué mi corazón.
Jorge Cabezas Grillo 6ºA
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