San
Isidro era un pobre sembrador
que
sembraba y sembraba
con
todo el calor.
Nunca
esperaba nada de los demás
trabajaba
por ellos
y
bien le daba igual.
San
Isidro que hospedaba tranquilo en su ermita,
donde
todos los azuagueños
obsevan
esa estatua tan bonita.
Si
tú por San Isidro no vas a verle,
el
pobre sembrador
se
siente un ser inerte.
San
Isidro nos da a todos una gran lección,
que
lo importante no es tener de todo,
sino
un gran corazón.
San
Isidro tenía su cultivo bien cultivado,
aunque
le costase mucho dolor
él
siempre todo lo ha valorado.
Por
esta causa te digo mi amigo
que
des toda tu vida por los demás
como
fue San Isidro muy capaz
y
pídele que siempre se quede contigo.
Jorge Cabezas Grillo 6º A
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Añade un comentario