Había una vez unas niñas llamadas Olivia y Julia, ellas eran muy
buenas amigas.
Un día quedaron para jugar en el parque de al lado de casa de Olivia
pero cuando llegaron estaba destruido, unos gamberros habían roto
todas las atracciones del parque.
Ellas indignadas se lo dijeron a los padres de Olivia y ellos les
explicaron que podían hacerlo pues después de la llegada del nuevo
dictador de España estaba permitido que se hiciera TODO es decir
llevar una vida sin reglas.
A ellas no les parecía bien que cada uno pudiera hacer lo que quisiera
sin castigos ni leyes.
Con esta nueva norma una persona podría matar a otra y no sería
castigada.
Ellas querían cambiar esta ley pero no estaba en sus manos la
decisión de parar esta absurda ley.
Ella solas no podrían pero con la ayuda de todos podrían llegar hasta
el dictador y que este cambiara la ley.
Ellas hicieron unos carteles para poner alrededor de todo el pueblo,
los imprimieron y los pegaron por toda Azuaga
Todos sus vecinos y compañeros se enteraron de su idea y quisieron
ayudarla, todos excepto Romby y su pandilla de matones.
El problema es que para visitar al dictador se necesitaba una
cantidad mínima de 5.000 personas del mismo lugar pero sin Romby
y su pandilla eran 4.994 y no había más gente en su pueblo.
Ellas estaban muy indignadas por no poder ir a ver al dictador pero si
Romby y sus amigos aceptaran tendrían la cantidad justa para verlo.
Julia y Olivia les pidieron que participaran y nos les contarían a nadie
que los habían visto huyendo del parque justo después de romperlo,
los chicos aceptaron y votaron y todos juntos fueron a ver al
dictador, este al escuchar a las amigas decidió retirar esa ley y
también decidió retirarse y así fue también como empezó la
democracia.
FIN
Olivia Martín de la Vega Morillo 5º C
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