jueves, 11 de octubre de 2018

MI HABITACIÓN


Era 17 de febrero de 2015, yo estaba en mi casa como un día cualquiera, era lunes por lo tanto tenía deberes, pero hoy era algo exagerado. Nuestra maestra, la señorita Rosa, no había ido a clase hoy, pues tenía un catarro espantoso, así que vino a darnos clase un sustituto. Se llamaba José, era muy mayor, y tenía un aspecto un tanto desagradable, cara de enfado con muchas arrugas, brazos cruzados... Nada más entrar dijo con su voz grave y ronca:
-Hola, alumnos, yo soy el profesor José, como ya os habrá dicho vuestra amable directora, yo seré vuestro profesor hasta que la señora Rosa se encuentre en buen estado, no habéis tenido mucha suerte conmigo, pues haré de estos días un infierno para vosotros. Habrá 20 ejercicios de deberes para casa todos los días, aparte de los que no terminéis de los 30 ejercicios que se harán en case.
Y así una enorme lista, y bueno como un hombre responsable que es, cumplió su promesa. Así que no me enrollo más y me voy a hacer esos 20 ejercicios de deberes que nos ha mandado, menos mal que terminé los 30 ejercicios en clase, porque si no…
Bueno ahora sí, me voy a mi habitación a hacer deberes.
Mi habitación estaba en la otra punta de la casa, por lo tanto tenía que hacer un largo camino hasta allí.
Yo pensaba que iba a ser un camino normal aunque pesado hasta mi habitación, pero no lo fue, camino a mi destino ya comentado, pasando por mi dormitorio, vi una mano que sobresalía de la puerta de la habitación cerrándola, esa mano no era de ninguna persona, pues era demasiado pálida como para ser de algún ser humano. Yo como es normal no me quedé mirando, sino que salí a correr, corrí tanto y tan rápido, que al llegar a la puerta del salón, no me dio tiempo a parar y me choqué contra ella.
¿Qué sería lo que había visto? ¿Sería un fantasma? No sabía lo que era, pero tampoco quería volver para verlo.
Así que le expliqué a mi madre lo que había pasado y me dejó hacer los deberes en el salón.
Al día siguiente, tenía aun más deberes, porque el señor José o como él prefiere que le digamos, Don José, en vez de mandar 30 ejercicios para clase, ha mandado 45, así que hoy tengo 15 ejercicios más, aparte de los 20 que tenemos siempre.
Así que cogí mi caminito y… Como podréis adivinar, me volví a encontrar aquella espeluznante y paliducha mano que cerraba la puerta de mi dormitorio, y otra vez el numerito, que si correr, que si chocarme contra la puerta del salón, que si explicárselo a mi madre, que si hacer los ejercicios en el salón. Bueno, otro lío.
Al día siguiente, también tenía muchísimos deberes, así que esta vez me fui un rato antes para ver al fantasma que acechaba mi habitación. Esta vez sí que me sirvió aquel largo y terrorífico viaje hasta mi dormitorio, porque una vez allí vi como se abría mi puerta. Como salía aquella mano paliducha y también como salía una cabeza de la puerta, eso me asustó mucho, así que salí corriendo para el salón, esta vez no me choqué con la puerta, pues estaba abierta, pero casi me choco contra la pared. Bueno, le expliqué a mi madre lo ocurrido, y me dijo que esto era digno de una investigación, y que mañana me llevara una cámara de fotos para sacarle una foto a aquella criatura, porque no estaba segura de lo que era. Y así fue, al día siguiente, fui con mi cámara de fotos a mi habitación. Otra vez vi abrirse la puerta, salir una mano y salir aquella cabeza, esta vez no me fui corriendo, aunque tenía muchísimas ganas de hacerlo. Me quedé allí y le hice la foto a esa criatura lo más rápido posible para irme cuanto antes de allí, una vez en el salón se la enseñé a mi madre, y me dijo algo que nunca pudiese haber sido capaz de imaginar.
   - Es mi abuelo. Sí, ese era mi bisabuelo, él vivió en mi casa durante 4 años, y desgraciadamente también murió aquí. Él murió un año antes de que yo naciera, y mientras él vivía aquí, su habitación era la que es hoy la mía. Ël le dijo a mi madre antes de morir, que si algún día tenía un hijo o una hija, él bajaría del cielo para conocerlo, y por lo visto ha cumplido su promesa y se asoma para mirarme desde la que era su habitación. Yo me armé de valor y volví a ver a mi bisabuelo, crucé toda la casa y entré en mi dormitorio. Allí, apoyado en la pared, se encontraba mi bisabuelo, yo me acerque a él, le saludé y di un beso, él me besó y se desvaneció. Desde ese momento, todas las noches le rezo a Dios para que cuide a mi bisabuelo desde el cielo.
FIN
                           Olivia Martín de la Vega Morillo 5º C




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