Había
una vez dos hermanos llamados Alba y Mario, ellos estaban tristes
porque habían traslado a su padre, que era maestro y tuvieron que
mudarse a una ciudad nueva, tenían que dejar a sus amigos y hacer
amigos nuevos.
Su
nueva casa estaba en el centro, al lado
del colegio donde trabajaba su padre, era muy grande y con muchas
habitaciones. Al llegar a su nueva casa vieron todas las habitaciones
y se las repartieron.
Alba
cogió la del piso de arriba y Mario la de abajo. En la habitación
de Alba había un baúl. Pensaron:
-¡Qué
habrá, qué habrá¡ A mí me gustaría que hubiera un montón de
figuras de acción – pensó Mario. Abrieron el baúl y encontraron
un montón de figuritas de acción.
Cerraron
el baúl y Alba pensó: Yo quiero que haya muchas muñecas, abrió el
baúl y encontraron decenas de ellas.
Fue
así como se dieron cuenta de que era un baúl mágico y que todo
pensabas aparecía en él.
Pasados
algunos minutos, se acordaron de que a día siguiente era el
cumpleaños de su madre, María.
Estuvieron
pensando cómo ir a comprarle un regalo sin que ella se enterara,
después de un rato se acordaron de su baúl mágico y pensaron que
podrían utilizarlo para conseguirle un regalo a su madre, recordaron
que a ella le gusta mucho leer y decidieron pensar en el libro que se
quedaba mirando en la biblioteca.
Mario
pensó en el libro, abrió el baúl y lo cogió.
Al
día siguiente, le dieron el libro a su madre. Mario y Alba
estuvieron de acuerdo en que ese baúl podía ser más útil en un
orfanato que habían visto en la entrada de la ciudad. Se lo dijeron
a sus padres y juntos lo llevaron allí.
Olivia Martín de la Vega Morillo 5º C
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