Había
una vez, en un pueblo de Extremadura llamado Azuaga, la familia
Sánchez Moruno. A esa familia pertenecían: Una niña llamada
Alicia, un niño llamado Sergio, una madre llamada Sonia y un padre
llamado Juan. Ellos vivían felices en su casa, pero un día, todo
cambió. Al levantarse, se encontraron en la puerta de casa, a un
pequeño cachorrito. Alicia, Sergio y Sonia, estaban de acuerdo en
quedárselo, pero a Juan no le terminada de convencer la idea de
tener a un cachorrito dentro de casa.
Pero
después de varios intentos Alicia, Sergio y Sonia consiguieron
convencer a Juan de quedarse al perrito, decidieron ponerle Dogui.
Con
el tiempo se dieron cuenta de que Dogui se había vuelto un poquito
travieso, todos los días mordía los zapatos, las toallas, etc.
Lo
que llevó a que Juan se replanteara el hecho de quedarse a Dogui.
Con el paso del tiempo, Juan, tomó una decisión, iban a llevarlo a
una perrera.
-No,
no- gritó Sergio.
-No
lo lleves a la perrera – dijo Alicia.
-No
me vais a hacer cambiar de idea – dijo Juan.
Durante
un tiempo, la familia estuvo enfrentada por el simple hecho de
quedarse o no a Dogui, pero con el tiempo, Juan le fue cogiendo
cariño a Dogui y decidieron quedárselo con la condición de que
llamaran a una persona especializada para adiestrarlo.
FIN
Olivia Martín de la Vega Morillo 5º C
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