Un día iba yo andando para ir a comprar y me encontré a una perra que olía supermal en la calle. Le dije a algunas personas que si era su dueña y me dijeron que no era. Entonces decidí adoptarla. La cogí con una bolsa que había allí cerca, porque me daba asco cogerla de lo mal que olía. Entonces me la llevé a mi casa la lavé, la vestí y la peiné y me fui con ella al super. Después fui a una tienda de perros para comprarle a la pobre perra juguetes y la comida, se la enseñé al hombre que estaba allí en la tienda porque yo no sabía que comida había que darle. Entonces me dio la comida, nos fuimos de la tienda y cuando llegamos a casa le eché la comida en un cuenco que había comprado en la tienda. Después jugamos toda la tarde con una pelota y cuando llegó la noche la perra y yo estábamos reventadas de jugar. Entonces me preparé la cena y nos fuimos a dormir. Cuando estaba en la cama, estaba pensando que ya no olía la perra mal y que he hecho bien lo de adoptarla porque sino le hubieran dicho las personas que era la perra mas apestosa del mundo. Entonces dije en la cama ¡Buff! menos mal. Ese fue mi día con la perra.
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